El Mosquito de Baunscheidt

Marca del «Mosquito» de Baunscheidt

Curioso titulo para una curiosa historia que en un principio nos hace pensar en la acupuntura, aunque en realidad está más relacionada con la homeopatía.

El 16 de diciembre de 1809 nació en Hagen, Prusia, el personaje principal de esta nota, llamado Carl Baunscheidt. De profesión mecánico, estudió también química, física y horticultura y, sin ser médico, llegó a tener un buen conocimiento de la medicina de su tiempo.
Habiendo observado que las picaduras de abejas —o incluso hasta de un mosquito— mejoraban los dolores reumáticos, en 1848 Baunscheidt inventó y construyó un aparato al que llamó Lebenswecker (‘despertador de la vida’). El inventor afirmaba que este artilugio, al que se conoció también como «Mosquito de Baunscheidt», era capaz de curar toda clase de enfermedades, y que funcionaba «creando poros adicionales» en la piel, los que facilitaban la salida de sustancias tóxicas del cuerpo.

Portada de la revista El Mosquito, 1886
Paralelamente a sus investigaciones, Baunscheidt publicó, a partir de 1861, una revista llamada Die Mücke (‘El mosquito’), en la cual hacía publicidad a su método. Este alcanzó pronto un éxito considerable, a tal punto que el explorador Alexander Humboldt llevó un Lebenswecker en su viaje de exploración al volcán Chimborazo.
El Lebenswecker fue incluso exportado a China y empleado allí en una epidemia de cólera «con excelentes resultados, ya que de 80 enfermos solo murieron tres».
Por cierto, la revista de Baunscheidt abundaba en halagos hacia este invento y mencionaba, en 1861, la cura de 158 casos de rabia, 185 de pleuresía, 186 de peritonitis, 197 de tifus, 199 de herpes, 202 de cataratas, 248 de picaduras de abejas, y más. También se publicaban en ella cartas de agradecimiento recibidas desde diversos países, y se descubrían día a día nuevas aplicaciones para el método terapéutico: gonorrea mal curada, sordera, gota, tuberculosis, reumatismo, cálculos de vesícula, afecciones crónicas de la piel, etc.

El Mosquito en cuestión, y cómo se usaba

El Lebenswecker o «mosquito» propiamente dicho, pieza central del tratamiento ideado por Baunscheidt (baunscheidtismo), consistía en un cilindro hueco de aproximadamente 25 centímetros de longitud, de madera torneada y similar al mango de un plumero, que en uno de sus extremos tenía un cabezal conteniendo unas 30 agujas muy finas de acero, unidas a un eje ubicado en el interior y tensado por medio de un resorte. El cabezal contaba con una tapa a rosca para cubrir las agujas cuando el aparato no estaba en uso.

Este instrumento se apoyaba sobre la piel del enfermo y, liberando el muelle, las agujas dentro del cabezal salían disparadas, clavándose apenas unos milímetros en la piel y retrayéndose con gran rapidez, con lo que la molestia era mínima.
Sobre la zona intervenida de este modo se aplicaba luego el oleum baunscheidtii, un aceite también inventado por Baunscheidt, el cual provocaba una intensa inflamación local, que supuestamente debía facilitar la salida de toxinas y estimular las defensas del cuerpo del paciente, curando así la afección inicial.

Equipo de baunscheiditismo
Equipo básico de baunscheidtismo de 1869: «mosquito», frasco de oleum y manual. Jindera Pioneer Museum, Nueva Gales del Sur.
Foto: Dirk H.R. Spennemann
La fabricación del Lebenswecker estuvo a cargo de un establecimiento del propio Carl Baunscheidt en Bonn, Alemania, a partir de 1865. Baunscheidt elaboraba también el oleum, cuya fórmula era secreta… ¡pero no contenía veneno de serpiente, como alegaban sus detractores!

Examinando «mosquitos» de época se observan muy pocas variaciones entre ellos. En la mayoria de estos solamente varía la conformación del extremo de punción, como también la cantidad de agujas (entre 26 y 32). El material preferido para el mango y el cabezal parece haber sido la madera de ébano.

Lebenswecker del Museo de Hamburgo
Lebenswecker de época (1800–1860); notar la tapa a la izquierda. Mide unos 24 cm de largo. Foto: Hamburg Museum

Este método terapéutico fue popular especialmente entre la gente de origen germánico. El equipo básico de baunscheidtismo consistía en un «mosquito», un frasco de oleum y un manual de uso, implementos que frecuentemente acompañaban a sus dueños en viajes largos, cual si fueran un botiquín de primeros auxilios. Así, se conservan Lebensweckers de época en Australia, llevados allí por inmigrantes alemanes.

Capítulo aparte merece un ejemplar de este aparato hallado en Viena, cuyo cabezal lleva una preciosa ornamentación en marfil, en la que se ve, entre otras cosas, un emblema hecho a la manera de los escudos nobiliarios, formado por dos Lebensweckers cruzados sobre un frasco de oleum y rodeados de una guirnalda de flores, todo esto coronado por la figura de un mosquito. Seguramente fue elaborado especialmente para una familia o persona de alta posición social, lo que testimonia la reputación que llegó a alcanzar este invento.


Cabezal de un lebenswecker moderno
Cabezal de un Lebenswecker moderno, con las agujas retraídas.
Foto: Guðrún Faller
Si bien el método del «mosquito» no parece particularmente cruento, algunos autores señalan que habría ocasionado algunos fallecimientos, cuyo motivo pudieron haber sido la rudimentaria asepsia del siglo XIX sumada a los muchos pinchazos que podía llegar a recibir un paciente durante una sesión de baunscheidtismo.

Posteriormente a este invento, Baunscheidt continuó investigando en el campo de la medicina y produjo, entre otras cosas, un aparato de vacunación antivariólica, un enjuague bucal y un aceite para «limpiar la sangre».

Mosquitos modernos

Actualmente el baunscheidtismo se sigue practicando, por lo general en combinación con otras terapias alternativas. Las agujas del Lebenswecker son ahora de acero inoxidable esterilizable, y el tratamiento se indica especialmente para afecciones de las articulaciones y de la columna, bronquitis, neuralgia, trastornos metabólicos y disfunciones de varios órganos.

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