Inesperada historia de las porcelanas Magdalena

Piezas de porcelana Magdalena con motivos en relieve
Pese a lo recopilado aquí, la historia de la Fábrica de Porcelanas Magdalena todavía está por escribirse, por lo que agradezco correcciones o datos adicionales.
Piezas de porcelana Magdalena con motivos en relieve. Foto: Gabriela F. Ruellan
En muchos hogares argentinos se conserva algo de «porcelana Magdalena». Algunas veces se trata de piezas sueltas, como tazas, platos y bandejas, remanentes de un juego de vajilla más numeroso que fue rompiéndose con el uso; otras veces existen juegos de té y de café completos cuidadosamente guardados en un mueble vitrina o modular.
Esta es una porcelana blanca evidentemente hecha a mano. Pero es porcelana de verdad: al levantar un pocillo hacia la luz se comprueba que la pasta es diáfana y delgada. En cuanto a la forma de las piezas, seguramente el estilo anguloso de los servicios de té y de café de fines de los años cincuenta es el que más se asocia con las porcelanas Magdalena. Todas ellas fueron fabricadas en un lapso que va desde la segunda mitad de la década de 1950 hasta alrededor de 1980.

La historia de esas tacitas y teteras de apariencia familiar pero elegante comienza en un momento y lugar inesperados.

Galicia, 1806

Para estas fechas vivían en el municipio de Lugo (Galicia, España) el industrial asturiano Antonio Raimundo Ibáñez Llano y Valdés (luego Marqués de Sargadelos) y su familia. Ibañez poseía un establecimiento siderúrgico en Sargadelos que en su tiempo llegó a proveer de armamentos a Carlos IV, pero proyectaba crear una fábrica de loza «tipo Bristol» aprovechando sus conocimientos sobre los hornos de cocción a alta temperatura. Así lo hizo en 1806, fundando la Real Fábrica de Loza de Sargadelos.

A la muerte de Ibañez, su familia y asociados llevaron adelante la fábrica respetando su criterio innovador. Introdujeron en España técnicas modernas, como la estampación mecánica, que se sumó a la tradicional decoración a mano. En la cúspide de su producción, la fábrica de Sargadelos empleaba a más de mil familias y era capaz de producir loza a escala industrial. Pero problemas internos entre sus propietarios llevaron a la merma paulatina de la producción hasta el cierre definitivo de la fábrica en 1875.

Cien años más tarde...

En la década de 1940, de la Real Fábrica de Sargadelos no quedaban más que un viejo conjunto de edificios y su fama. Para peor, por entonces España se encontraba en medio de un torbellino sociopolítico: la posguerra, la Guerra Civil, el control ideológico de un Estado que hacía desaparecer personas y secuestraba libros.

Isaac Díaz Pardo pintando cerámica
Isaac Díaz Pardo pintando cerámica.
Foto: Revista Raigame Nº 37
Alrededor de Galicia gravitaban los pensamientos del artista plástico y escritor Isaac Díaz Pardo, cuya familia había sido perseguida por el régimen de Francisco Franco. Con bastante sacrificio Isaac había logrado estudiar pintura, pero no conseguía encauzar su vida hacia el fin utilitario que perseguía: recuperar y perpetuar la cultura e identidad propias de Galicia. Eventualmente decidió revivir la tradición ceramista de Sargadelos, la fábrica que con su espíritu innovador y emprendedor había puesto a Galicia en el mapa y había dado cerámicas modernas a España.

Con ese fin, Díaz Pardo fundó en 1947 una pequeña fábrica-taller de cerámica en O Castro de Samoedo, localidad de la comarca de La Coruña. Durante un tiempo experimentó con las arcillas caoliníferas usadas en la producción de loza de Sargadelos, realizando piezas a las que imprimía un estilo que recordaba al de sus pinturas.

Pero la situación era difícil. Los textos galleguistas seguían siendo secuestrados (el mismo idioma gallego estaba mal visto), y España acababa de vender los yacimientos de caolín locales a Alemania. Esto llevó a Isaac, en 1955, a exiliarse en Argentina, donde reinaba un clima de mayor libertad intelectual. Cerámicas do Castro, la fábrica situada en O Castro, continuó funcionando sin él.

Porcelanas Magdalena

Luis Seoane e Isaac Díaz Pardo
Luis Seoane (izquierda) e Isaac Díaz Pardo (derecha).
Foto: Eduardo Blanco Amor
En Argentina, Díaz Pardo encontró una considerable cantidad de sociedades gallegas, entre las cuales iban y venían otros galleguistas exiliados como él. Entre estos estaba un conocido suyo: el abogado, periodista y artista plástico Luis Seoane, que era gallego por herencia y crianza pero no por nacimiento, ya que había nacido en Buenos Aires.
En el Centro Gallego de Buenos Aires, Isaac Díaz Pardo expone sus pinturas y da a conocer las cerámicas de O Castro. Allí, José Núñez Búa, un exiliado gallego de La Plata, lo entusiasma con la idea de construir una fábrica en Argentina similar a la de Cerámicas do Castro.

En 1956 Díaz Pardo funda la Fábrica de Porcelanas Magdalena en la localidad del mismo nombre. El establecimiento funciona bajo los auspicios de Celtia S.A.I.C.F., sociedad de la que forman parte Cerámicas do Castro y unos 350 accionistas, entre gallegos, gallegos exiliados y argentinos. Isaac Díaz Pardo sería el director general, técnico y artístico de la fábrica, mientras que el cargo de presidente lo ocupaba José Villamarín Prieto (presidente del Centro Gallego de Buenos Aires), y la gerencia estaría a cargo de Núñez Búa.

Para la elaboración de porcelana se necesita ante todo un terreno que prodigue las arcillas adecuadas, en especial el caolín, y acceso a una fuente de agua. La localidad bonaerense de Magdalena no tenía ninguna ventaja especial fuera de un hecho importante para Díaz Pardo: estaba situada en un entorno rural. El caolín se obtuvo de la mina Linares de la Cía. Ameghino, en Trelew, provincia de Chubut.

Fábrica de Porcelanas Magdalena
La fábrica de Porcelanas Magdalena. Foto: Revista Raigame Nº 37


Si bien la fábrica era nominalmente una sociedad con objetivos comerciales, estaba sujeta a las ideas de sus fundadores, por lo que la producción era llevada como un proyecto cultural comunitario. Los obreros eran todos habitantes de Magdalena, de manera que la comunidad local se viera beneficiada. Para evitar el tedio de la producción en serie se organizaba a los trabajadores en cuadrillas cuyas tareas iban rotándose, por lo que al cabo de un tiempo sabían realizar todos los pasos de la fabricación de las piezas de porcelana. También podían participar en el diseño de los objetos: sus propuestas eran consideradas por la dirección artística de la fábrica, y si resultaban aceptadas el obrero podía firmar con su nombre las piezas que había contribuido a diseñar. Se organizaban también concursos de formas destinados a los niños de las familias que trabajaban en la fábrica, donde los diseños ganadores eran horneados y entregados a sus jóvenes autores.

Interior de la fábrica de Porcelanas Magdalena
Interior de la fábrica de Magdalena. Foto: Revista Raigame Nº 37

¿Cómo es la porcelana Magdalena?

En Porcelanas Magdalena, Díaz Pardo favoreció un estilo más contemporáneo y depurado que el que había preferido en Galicia. No dejó de plantearse las formas que deberían revestir las cerámicas de Sargadelos, en las que la vanguardia estética debía fundirse con la tradición gallega. Para trabajar sobre esta cuestión creó en 1963, junto con Luis Seoane, un instituto teórico de diseño llamado Laboratorio de Formas. El arquitecto Andrés F. Albalat se incorporaría más tarde a este proyecto.

En la práctica, al observar la producción de vajilla de la fábrica de Magdalena distinguimos tres estilos: uno clásico (tal vez un estilo temprano del propio Díaz Pardo, o uno elegido intencionalmente a fin de competir con otras marcas del mercado local); otro marcadamente influido por la estética «cincuentista», con formas angulosas; y otro más vanguardista aún, que muestra formas puras características de los años sesenta y seguramente es el resultado del trabajo en el Laboratorio de Formas.

Fotos por: Cosas Elegidas, Bellisima Porcelana BP, PIROCO, Otro rincón de luz y Yuyos del Suburbio


Las piezas eran siempre blancas y podían dejarse sin pintar, decorarse con calcos impresos en serie, o pintarse a mano. Más raras, pero muy bellas, son las piezas con ornamentación en relieve, la cual podía también pintarse a mano o dejarse en blanco.
Otra característica de la porcelana de Magdalena es que en aquellas piezas donde la estructura lo permite (p.ej., tazas) la materia es muy delgada y traslúcida, a diferencia de la porcelana comercial de nuestros días.

La fábrica producía accidentalmente piezas falladas que estaban destinadas al descarte. Estas se dejaban sin sellar ni decorar y se almacenaban en un galpón, adonde era posible concurrir para elegir libremente la cantidad deseada por un módico precio.

En 1959 entra a trabajar en la fábrica Geno Díaz, quien queda a cargo del taller de decoración e imparte clases de decoración a los empleados. Diseña también algunas piezas escultóricas de porcelana que son poco conocidas. En 1960 abandona el puesto para trabajar en televisión, siendo reemplazado por la esposa de Díaz Pardo primero, y a partir de 1962 por José Luis Montero, puesto que ellos ya trabajaban en la sección de decoración de la fábrica de O Castro.

Respecto de los diseños de las porcelanas de Magdalena, hay que tener en cuenta que, si bien Isaac Díaz Pardo permaneció en Argentina hasta 1968, su socio Luis Seoane viajaba periódicamente a Galicia y visitaba la fábrica de O Castro. Esto puede explicar que algunos diseños contemporáneos de ambas fábricas sean muy parecidos entre sí o incluso iguales.

Decadencia y cierre de la fábrica

Marca de las Porcelanas Magdalena
Marca con el dolmen de
Celtia S.A. en la base de un
pocillo
Hacia 1977 Porcelanas Magdalena continuaba funcionando con nuevos directores y mantenía todavía contacto con la fábrica paralela de Cerámicas do Castro. Pero en ese momento se abrió la importación de toda clase de productos del exterior, con lo que el mercado se pobló de porcelana extranjera más barata y de mejor calidad, poniendo a la fábrica en grandes aprietos económicos.

En 1980 se produjo la quiebra de Celtia y su liquidación o remate. Fue luego comprada por otros inversores y fabricó porcelana blanca para el mercado gastronómico hasta la década de 1990, en que cerró definitivamente.

De regreso a Galicia

Como ya dijimos, Isaac Díaz Pardo regresó a Galicia en 1968 y, munido de la experiencia adquirida en Argentina, retomó el proyecto de reactivar la producción de loza de Sargadelos, diseñando las piezas que combinarían la tradición local con la vanguardia. Luis Seoane lo acompañó a distancia desde Argentina,  donde por cierto dejó una importante obra que influyó en el diseño gráfico y las artes plásticas.

Finalmente, los ideólogos del Laboratorio de Formas lograron instalar, a poca distancia de las construcciones históricas de la Real Fábrica de Sargadelos, un nuevo complejo industrial para reactivar la producción de cerámica y porcelana de la región, que fue proyectado por el arquitecto Albalat y se inauguró en 1970. Los primeros diseños de loza de la refundada Sargadelos se debieron a Seoane y a Díaz Pardo.

Pero no debemos olvidar que Sargadelos era un proyecto cultural, algo que sus refundadores simpre tuvieron presente. En 1970 también fundaron el Museo Carlos Maside (hoy Museo Gallego de Arte Contemporáneo). En 1972 introdujeron las Galerías Sargadelos, unas tiendas donde la venta de cerámica y libros se mezclaba con actividades culturales, y abrieron el Seminario de Sargadelos, instituto de investigación y de sistemas de comunicación que celebra un encuentro anual de artistas. Más tarde impulsaron otros proyectos destinados a recuperar y difundir la identidad de Galicia.
En el año 1990 se unificaron las marcas Cerámicas do Castro y Sargadelos, pasando a llamarse Sargadelos ambas; y en 2014 y 2015 el antiguo complejo industrial de Sargadelos fue puesto en valor y declarado Bien de Interés Cultural.

Hoy día, Galicia es impensable sin la nueva cerámica Sargadelos y sus sorprendentes diseños que evocan a la vez la modernidad y las más profundas tradiciones gallegas.

16 comentarios:

  1. Muchas gracias por los datos recopilados en este artículo. Recuperación de parte de la historia de mi pueblo natal. Mi madre fue trabajadora de la fábrica.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Wow! ¡Me alegro de que te haya gustado! =)
      De todas maneras es algo fragmentaria esta historia... siempre estoy al acecho de más documentación.
      Estas porcelanas son una presencia constante en mi familia, ya que siempre las usamos.
      ¡Saludos desde La Plata!

      Borrar
  2. hola. Desde Amigos del Patrimonio Histórico de Magdalena, empezamos este año con la recuperación de la memoria de esta empresa y de todo lo que significó. Podes ver todo lo que hemos estado haciendo en e grupo de Face Celtia Magdalena. Gracias. Ahí casualmente esta semana estamos publicando las 3 etapas de la fábrica según Camilo Diaz, hijo de Isaac, con quien mantenemos fluída conversación y puedes consultarlo también.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡¡¡Gracias!!! ¡Ahí voy al grupo de Facebook!
      No es difícil conseguir información sobre Sargadelos, pero con respecto a Celtia siempre me faltó info...

      Borrar
  3. Tengo unas cazuelas muy lindas de esa fábrica!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Eran lindas esas piezas!
      Acá en casa siempre hubo tacitas, teteras, unos bowls como para servir ensalada de frutas... pero casi todas las piezas fueron compradas en el galpón de segunda selección de la fábrica. ¡Ahora estoy coleccionando el juego de café «Tropilla», que es el que tiene los caballos en relieve!

      Borrar
  4. Gabriela... excelente texto... queda algo en pie de la fábrica? se puede ir a visitar algo de lo que quede...? Gran abrazo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Gracias!
      La fábrica, hasta donde sé, fue demolida. =( Pero si querés conocer algunas historias de primera mano sobre la fábrica, podés visitar el grupo de Facebook creado por los Amigos del Patrimonio Histórico de Magdalena, que se llama «CELTIA, MAGDALENA» y está acá: https://www.facebook.com/groups/301146844276964/
      ¡Saludos!

      Borrar
  5. Hola Tengo un juego de café hace 52 años me lo regalaron en mi boda.nunca las use .

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Genial!
      En mi casa hay uno que tiene unos 55 años y que justamente fue un regalo de casamiento. Se lo usa muy poquito porque no es un juego «de diario», sino que es para cuando vienen visitas. Pese a eso, el otro día se rompió la tapita de la azucarera.
      Es raro, pero a pesar de no estar defectuoso, las piezas no están selladas. Por eso pasaron muchos años hasta que noté que era de porcelana Magdalena. Es que justo es un modelo de lo más tradicional, con calcos con rositas y filetes dorados...

      Borrar
  6. ¡Maravilloso grupo, con apasionantes historias!.
    Vendo antigüedades y estas porcelanas siempre me cautivaron.
    ¡Feliz de poder leer lo que aquí comparten!.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Me alegro!
      Para mí están infravaloradas las porcelanas de la fábrica de Magdalena. Para los que somos de los alrededores, no solo son propias de nuestra identidad cultural, sino que además son fáciles de conseguir y súper coleccionables.
      La verdad es que son un ícono del diseño, no reconocido.

      Borrar
  7. Geno Díaz vivía frente a mi casa, luego fue libretista de el gran Tato Bores

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Wow!
      Yo recuerdo haber visto algún libro humorístico de Geno Díaz, en mi infancia.

      Borrar
  8. A mediados de la década del '80 aún podían conseguirse piezas de porcelana en algún que otro bazar de barrio. De hecho yo compré en aquellos tiempos un juego de café, pocillos, cafetera, azucarera y cremera, muy bonito, y aún lo conservo, año 2023. Sólo lo tengo de adorno en una vitrina.

    ResponderBorrar

¡Gracias por comentar! El comentario aparecerá luego de haber sido aprobado.