Las cartas de tarot

El Sol, de una carta de tarot

El mazo de tarot es objeto de la campaña propagandística más exitosa que se haya organizado jamás: en absoluto la más importante, pero sí la más exitosa. Una historia enteramente falsa, y una falsa interpretación de las cartas del tarot fueron pergeñadas por los ocultistas, y son creídas de manera absolutamente universal.
(Ronald Decker, T. Depaulis y M. Dummett, A Wicked Pack of Cards: The Origins of the Occult Tarot, 1996.)
Todos hemos visto en alguna parte —aunque más no sea en la vidriera de una santería o en un programa de televisión— un mazo de tarot: son esas cartas con dibujos misteriosos que los adivinos «tiran» sobre una mesa e interpretan, según qué cartas salgan del mazo y en qué lugar y posición caigan, el futuro de la persona que los consulta.

La realidad es que el tarot no tiene mucho de oculto en el sentido esotérico; lo que sí suele estar oculto es su verdadero origen.
Si tomamos un mazo de cartas de tarot nuevo, notaremos que viene con un cuadernillo instructivo. Estos cuadernillos a veces nos informan que el origen del tarot está en el Libro de Toth, que data del antiguo Egipto.
Suena muy mágico, pero no lo es. El Libro de Toth pertenece a la mitología egipcia, y la aseveración de que el tarot se origina en Egipto la hizo por primera vez el clérigo suizo protestante Antoine Court de Gébelin en 1781, en su libro Le monde primitif. Según él, el mazo de tarot de Marsella representaba los misterios de Isis y de Toth, mientras que la palabra tarot significaba «camino real» en antiguo egipcio.
¿Cómo hizo Gébelin para interpretar este idioma antes del descubrimiento de la Piedra de Rosetta? Ah, no sé. Huelga decir que los egiptólogos actuales no están de acuerdo con la etimología que propuso.

A Gébelin le siguieron, alrededor del año 1800, Jean-Baptiste Alliette (alias Etteilla), Marie-Anne Adelaide Lenormand y un autor anónimo que se hacía llamar Monsieur le Comte de M. Este último fue quien escribió que el tarot era el mismísimo Libro de Toth.

Todos estos personajes en conjunto fundaron la cartomancia moderna basada en la lectura e interpretación de las cartas de tarot, afirmando que estas se originaban en el antiguo Egipto, que eran de importancia mística y cabalística, y que tenían profundos significados ocultos. También inventaron los significados que hoy atribuimos a estas cartas.
Etteilla creó un método de interpretación del tarot y hasta diseñó un mazo especialmente concebido para prácticas adivinatorias, probablemente el primero de la Historia.

Sin embargo, estos esforzados ocultistas no inventaron las cartas de tarot en sí. El tarot ya existía desde hacía siglos. ¿De dónde vino, y para qué se usaba?

Historia de las barajas de tarot

El mazo de tarot moderno es un mazo de barajas españolas, con 56 cartas divididas en cuatro palos y un comodín, a las que se agregan 21 cartas más con dibujos especiales. En el mundillo ocultista se les dice «arcanos menores» a las 56 cartas divididas en palos, y «arcanos mayores» a las 21 cartas especiales y al comodín, pero antiguamente los arcanos mayores eran denominados «triunfos». Los palos de los arcanos menores son los usuales en la baraja española: oros, copas, bastos y espadas, con figuras en los cuatro números más altos (sota, caballo, reina y rey).

Esto nos da la pista de que el tarot era originariamente un mazo de barajas para jugar. Comparte origen, por lo tanto, con el resto de las cartas de juego, que se cree que fueron introducidas en Europa por los árabes, a través de los reinos de la península íbérica, a fines de la Edad Media. Sabemos que en esa época ya había naipes de juego en España porque en 1310 el consejo que gobernaba la ciudad de Barcelona prohibió los juegos de cartas. Estos mazos comunes medievales no tenían comodín, pero ya constaban de las típicas 56 cartas divididas en cuatro palos, que por entonces eran monedas, copas, bastones y cimitarras.
Unos sesenta años más tarde, los naipes de juego no solo seguían usándose, sino que ya se habían extendido por el resto de Europa. Para entonces no había tarots todavía, al menos que se sepa.

La primera noticia que tenemos sobre un mazo de tarot o proto-tarot viene de un escrito de Martiano da Tortona que data de alrededor de 1425. Es la descripción de un mazo hoy perdido, llamado «mazo Michelino», compuesto por cuatro palos de 11 cartas cada uno y 16 triunfos. Los palos eran cuatro clases de aves: águilas, fénices, tórtolas y palomas, y los triunfos eran representaciones de dioses romanos.
A pesar de estas características únicas, se considera que se trata de un juego de tarot porque contiene cartas de triunfo.
El dueño de este ludus triumphorum («juego de los triunfos», como se le decía por entonces) era Filippo Maria Visconti, el riquísimo duque de Milán, quien lo había hecho fabricar por encargo. Las cartas fueron pintadas a mano por el pintor más caro de la región, Michelino da Besozzo, y Martiano da Tortona redactó el manuscrito que las describía, el cual acompañaba el mazo a modo de manual.

De entre los mazos de tarot más antiguos que han llegado hasta nosotros se destaca un conjunto que data de alrededor de 1450, que fue realizado por encargo de los Visconti-Sforza, la familia dominante de Milán. Estos mazos se encuentran incompletos, pero son de una gran belleza. Las cartas están hechas de pergamino pintado a la témpera y a veces decoradas con oro.

Cartas de tarot de los mazos Visconti-Sforza
Cartas de diferentes mazos pertenecientes a los Visconti-Sforza. ¡Da pena jugar con algo tan exquisito!
De izquierda a derecha: Reina de Espadas, el Emperador, la Muerte y la Fuerza
¿Por qué se le agregaron cartas de triunfo a las barajas comunes? No lo sabemos. Pero como se conservan mazos donde los palos son motivos heráldicos, puede que la elección de las figuras tuviese razones políticas. A fin de cuentas estas cartas eran encargadas por personajes muy adinerados y poderosos. Otro motivo pudo haber sido el didáctico, para educar a través del juego a algún niño de la nobleza. Por ejemplo, los triunfos del mazo Michelino podrían servir para aprender el conjunto de los dioses y semidioses de la mitología romana.
Hay quien considera que el propio Filippo Maria Visconti, al encargar el mazo Michelino, tuvo la idea de añadirle cartas de triunfo, lo que lo convertiría nada menos que en el inventor del tarot.

Estos tarots antiguos tenían un número de cartas variable. Los hay de cuatro palos de 11 cartas cada uno, de cinco palos de 13 cartas cada uno, de 5 palos con 14 cartas y de 5 palos con 16 cartas, y con una cantidad de cartas de triunfo también variable.
Uno de los primeros testimonios que tenemos acerca de un mazo de tarot constituido por la misma cantidad de cartas y con la misma estructura que los tarots modernos (cuatro palos de 14 cartas cada uno y 22 triunfos) se encuentra en un poema escrito hacia 1460-1494 por el conde Matteo Maria Boiardo.

¿Y las figuras que aparecen en los triunfos? ¿De dónde salieron?
Evidentemente, no del antiguo Egipto. Las figuras de los triunfos o arcanos mayores del tarot son fácilmente reconocibles como iconografía típica de la Edad Media y el Renacimiento. Algunas son alegorías, como la Rueda de la Fortuna o la Muerte; otras muestran personajes propios de la cultura europea de la época, como el Papa o el Diablo.
Contemporáneamente al mazo Michelino existía en Alemania un juego de cartas llamado Karnöffel que también incluía figuras como el Emperador, el Papa y el Diablo.

El tarot como juego

Jugadores de tarot franceses
Franceses jugando al tarot en el mercado de pulgas
de Saint-Ouen, cerca de París
A partir del Renacimiento, la gente simplemente jugó al tarot… y todavía sigue jugando. A nosotros puede parecernos extraño porque solamente conocemos al tarot como disciplina cartomántica, no como juego de cartas. Sin embargo, en gran parte de Europa se juega al tarot de la misma manera que al bridge o a la canasta. Es posible que nunca hayamos incorporado la tradición del juego de tarot porque no se difundió en la península ibérica. Tampoco es fácil verlo en una serie o película estadounidense o en un programa de cable de ese país, porque los antepasados de la nación estadounidense, los ingleses, tampoco jugaron ni juegan al tarot.

Las reglas del juego de tarot no son en absoluto un invento reciente: aunque hay variantes regionales, las reglas básicas ya aparecen en el manuscrito de Martiano da Tortona.
La estructura del mazo de tarot de juego es igual a la de los mazos que se usan para adivinación, aunque el diseño de los triunfos suele estar adaptado para que las figuras se distingan aunque uno reciba la carta al revés, como ocurre en los mazos de baraja de póquer con las figuras de la reina, el rey, etc., donde aparecen de medio cuerpo y duplicados, apuntando hacia arriba y hacia abajo.
Regionalmente puede haber otras variantes, como por ejemplo que los palos sean los de la baraja de póquer o francesa (diamantes, corazones, picas y tréboles) en lugar de los de la española. También hubo —y hay todavía— mazos donde los triunfos tradicionales son sustituidos por otras imágenes, como escenas de costumbres, diferentes clases de flores o animales, etc.
Mazo de tarot de c. 1778
Este mazo de tarot, impreso en Mannheim hacia 1778, tiene triunfos con figuras de animales, mientras que los palos son los de las barajas de póquer

Los tarots para cartomancia

Es difícil decir quién inició la tradición de usar los mazos de tarot con fines oraculares en lugar de para jugar, ya que incluso las cartas de baraja comunes se usaron al menos desde el Renacimiento con el primer fin. El motivo es bastante obvio: las cartas son ideales para «echar suertes», lo mismo que los dados o las monedas.

Le Bateleur, primer arcano mayor de un mazo de tarot clásico de c. 1701-1715
El Mago, primer triunfo de un
mazo de tipo marsellés impreso
en Lyon hacia 1701–1715
Sin embargo, la práctica de crear y diseñar mazos de tarot específicos para adivinación comienza alrededor del año 1800 con las intervenciones (ya mencionadas al inicio de este artículo) de Court de Gébelin y otros ocultistas contemporáneos a él.
Recordemos nuevamente que la difusión del tarot como herramienta de adivinación no hizo desaparecer la costumbre de usarlo para jugar a las cartas, sino que solamente la eclipsó para los medios de comunicación masivos.

El tarot de Marsella y otros

A fines del siglo XIX el ocultista francés Papus (Gérard Encausse) mencionó el tarot de Marsella en uno de sus libros, y en la década de 1930 fue popularizado por el cartomántico francés Paul Marteau: se trata del nombre colectivo de una serie de mazos de tarot con diseños parecidos entre sí que se fabricaban en la ciudad francesa de Marsella. El tarot de Marsella es importante en la historia del tarot esotérico porque sus figuras se usaron como modelo para muchos mazos del siglo XIX, y todavía hoy es uno de los más conocidos.

Un efecto del uso esotérico del tarot fue la creación de nuevos mazos orientados a esa finalidad en particular. De estos, sobresalen por su popularidad el mazo Rider-Waite, cuyo diseño data de 1909, y el Tarot de Thoth, realizado entre 1938 y 1943 de acuerdo con las instrucciones del ocultista inglés Aleister Crowley, que tiene influencia de estilos estéticos modernos y es muy hermoso.

Actualmente existe una inmensa variedad de mazos de tarot para uso esotérico que abarca un espectro amplísimo en cuanto a diseños y conceptos: los hay simples o recargados de símbolos, con atribuciones astrológicas o cabalísticas, de diferentes formatos… Otro fenómeno interesante es la creación de tarots temáticos: tarots celtas, africanos, de las hadas, de los ángeles, y muchísimos más.

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